Cuando uno empieza a estudiar
formulación química se encuentra con infinitas moléculas cuyos nombres no dicen
nada en un primer momento. Estos nombres surgen de las reglas creadas por el
ser humano para poder identificar rápida y fácilmente a las moléculas que con
el paso del tiempo se descubren o sintetizan.
La moderna nomenclatura química tiene su
origen en el "Méthode de nomenclature chimique" publicado en 1787 por autores
franceses. Los nombres de los compuestos químicos fueron establecidos a partir
de los nombres de sus elementos constituyentes más una serie de sufijos. El
desarrollo de la química orgánica a partir de los años treinta del siglo XIX
propició la creación de nuevos términos y formas de nombrar compuestos que fueron
discutidos y organizados en el congreso de Ginebra de 1892, del que
surgieron muchas de las características de la terminología de la química
orgánica. El otro momento decisivo en el desarrollo de la terminología química
fue la creación de la IUPAC (International Union of Pure and Applied
Chemistry), máxima autoridad en establecer las reglas correspondientes a la
nomenclatura química.
Cuando uno piensa en la IUPAC se imagina
a un grupo de investigadores serios que hablan “apasionadamente” sobre la
conveniencia de poner el prefijo orto- sobre el fosfórico o no. Sin embargo,
también los químicos tienen sentido del humor y son capaces de bautizar
moléculas con los nombres más inusuales que te puedas imaginar.
Aquí van unos ejemplos:
Acido
angélico:
Presente en la planta Angelica
archangelica, es un sólido volátil con olor ligeramente agrio. Los
ésteres del ácido angélico son los componentes activos de la medicina
de hierbas utilizadas contra una amplia gama de diversas perturbaciones de la
salud incluyendo dolores, fiebre, gota, ardor de estómago, etc. El aceite de
zanahoria contiene este ácido.
Moléculas
nanoputienses:
Son una serie de moléculas orgánicas con formas humanas. El químico James Tour
sintetizó estos compuestos en el año 2003 como ayuda para la enseñanza de
química a jóvenes estudiantes. Consisten en dos anillos bencénicos conectados
por unos cuantos átomos de carbono que hacen de tronco y cuatro acetileno con
un alquino en su extremo para representar las extremidades. La cabeza está
formada por un 1,3-dioxano. Se han sintetizado varios tipos de nanoputienses:
el NanoAtleta, el NanoBoinaVerde, el NanoPeregrino, etc.
Draculin: Es una glicoproteína que
se encuentra en la saliva de los murciélagos vampiros. Funciona
como un anticoagulante, la inhibición de los factores de coagulación IX
(IXa) y X (Xa), manteniendo así la sangre líquida de la
víctima mordida mientras que el murciélago está bebiendo. Draculin se está
estudiando actualmente en medicina. El anticoagulante puede ser útil como
tratamiento para accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. También
puede ser utilizado como un anticoagulante para la prevención de ataques al
corazón.
Ácido mágico: Es un superácido consistente en la mezcla de ácido fluorosulfónico (HSO3F) y pentafluoruro de antimonio (SbF5). Fue el químico húngaro George A. Olah, Premio Nobel en 1994, quien descubrió la capacidad de protonación de hidrocarburos que tenían los ácidos mágicos, propiedad que quedó claramente demostrada cuando un asociado postdoctoral del laboratorio de Olah la usó para disolver una vela.
Pikachurina: Se trata
de una proteína que se encuentra en la matriz extracelular de la retina.
Fue descubierta en el año 2008 por un equipo de investigadores de la
universidad de Osaka que bautizaron a su nuevo descubrimiento en honor a Pikachu,
por su velocidad y efectos eléctricos impactantes.
Esta
proteína juega un papel importante en la transmisión de la información visual
de los ojos al cerebro y en la eficiencia de la visión
cinética. La pikachurina es necesaria para la aposición de los terminales
presinápticos (de los fotorreceptores) y postsinápticos (de las células
bipolares de la retina) en las llamadas "sinapsis en cinta". La
delección del gen de la pikachurina en el ratón causa un electrorretinograma
anormal.
Olimpiceno: Fue
sintetizado por Anish Mistry y David Fox de la universidad de Warwick en
el Reino Unido, aunque la concepción original fue del químico Graham
Richards en 2010 con motivo de los Juegos olímpicos de Londres 2012.